
¿Alguna vez te has preguntado por qué una marca de moda colaboraría con una marca de café?
A simple vista, Moschino y Lavazza no tendrían mucho que ver. Una vive en las pasarelas; la otra, en las barras de café.
Pero cuando la moda deja de ser solo ropa, y se convierte en una forma de expresar estilo, cultura y placer… todo empieza a tener sentido.
Moschino, vende actitud, irreverencia y una forma de ver el mundo.
Lavazza, vende el ritual italiano de disfrutar la vida sin prisa.
Y cuando dos marcas con tanto carácter se encuentran, el resultado es una experiencia que te saca una sonrisa y te deja pensando.
Así nació Espresso Your Style, el café pop-up que Moschino y Lavazza abrieron en el corazón de Anfu Road, Shanghái.
Durante cinco días, este rincón se convirtió en una especie de fantasía: un cielo azul salpicado de nubes, un ganso gigante con sombrero de marinero bebiendo café… (lo quisiera para mi casa LOL) y un aroma a café que te me imagino… abrazaba desde la entrada.
Sí, todo eso junto. Y funcionó.
Cuando la moda se sienta a tomar café

Entrar al pop-up era como meterse dentro de una campaña de Moschino.
Una barra efímera, un salón de espejos donde literalmente caminabas entre nubes, y una terraza blanca, suave y etérea, que parecía sacada de un sueño.
Los baristas servían tres bebidas creadas especialmente para la colaboración —capuccinos con espuma azul, lattes con flor de azahar—, todas tan fotogénicas que además se veían deliciosas.
Era imposible no tomarle fotos a todo.
Pero detrás de esa estética perfecta había algo más poderoso: la experiencia sensorial convertida en herramienta de marca.
La vista, el aroma, la música, los colores, la textura de la espuma… todo estaba orquestado para que vivieras el ADN de Moschino, mientras Lavazza reforzaba su narrativa de lifestyle premium.
Lo que hay detrás de esta alianza
Esta colaboración no fue casual.
Lavazza lleva tiempo expandiéndose en China, y en un mercado saturado de cafés “bonitos”, necesitaba diferenciarse.
Moschino, por su parte, busca conectar con una generación que vive la moda más allá del guardarropa.
El café se convirtió entonces en su punto de encuentro.
Un espacio donde la creatividad italiana se podía beber.
Un lugar donde el lujo no intimidaba, sino que invitaba a jugar.
Y claro, Lavazza no se quedó ahí: replicó las bebidas y el merchandising en todas sus tiendas del país.
Así, lo que empezó como una experiencia efímera se transformó en una estrategia escalable, de lo físico a lo omnicanal.
Moda que se bebe
Lo que más me gusta de este caso es que rompe las fronteras de la moda tradicional.
Moschino literalmente se metió en la vida cotidiana de las personas.
En lugar de esperar a que la gente entre a su tienda, salió a su mundo: a su pausa del día, a su momento de café.
Lavazza, por su parte, ganó mucho más que visibilidad: se convirtió en parte del universo aspiracional de la moda.
Porque hoy, el lujo no está en lo que compras, sino en lo que vives.
La tendencia: retail que emociona
Esta no es la primera vez que una marca de moda decide servir café.
Ralph Lauren lo hizo con Ralph’s Coffee en Nueva York y París.
Tiffany & Co. lo llevó al extremo con su Blue Box Café.
Zara acaba de abrir Zacaffe en Madrid.
Y Rimowa, sí, la marca de maletas, lanzó un pop-up con La Marzocco durante el Salone del Mobile.
Todas están explorando lo mismo: cómo convertir lo cotidiano en un espacio para vivir la marca.
El retail ya no es solo un punto de venta: es un punto de conexión.
Las experiencias, bien diseñadas, crean emoción, conversación y comunidad.
Lo que podemos aprender desde Latinoamérica
- Una marca no vive solo en su tienda. Puede estar en un café, en un parque, o en una experiencia efímera.
- El producto es un medio, no el fin. Lo que enamora es la emoción que despierta.
- Las colaboraciones interindustria suman valor. Moda + gastronomía, diseño + cultura… los límites ya no existen.
- Lo efímero también construye recordación. Un pop-up bien contado puede generar más impacto que una campaña de seis meses.
- Diseñar experiencias con propósito. Que cada detalle , olor, iluminación, música, servicio, hable el mismo idioma que tu marca.
En resumen
Moschino no colaboró con Lavazza por una taza de café.
Lo hizo porque entendió que la moda también se toma un respiro.
Que las marcas ya no viven solo en vitrinas o pasarelas, sino en momentos compartidos, en rituales simples, en emociones que se saborean.
Y ese, creo yo, es el verdadero lujo hoy: que una experiencia, por unos minutos, te haga sentir parte de algo bello.
Lina Gonzalez


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