
Cuando vi la colección Harry Lambert for Zara x Disney “Aw Gee! Wow”, sentí que no estábamos frente a una colaboración más. Era una historia. Una puesta en escena tan cuidada que logró lo que pocas marcas consiguen: que comprar ropa se sintiera como entrar en otro mundo.
Porque sí, esta colección no solo mezcló moda y nostalgia. Combinó tres fuerzas potentes:
✨ El universo emocional de Disney
✨ La visión estética de Harry Lambert, stylist de Harry Styles y referente del nuevo lujo inclusivo
✨ Y la maquinaria global de Zara, capaz de llevar una idea creativa a escala mundial sin perder coherencia ni emoción
El resultado fue una lección magistral de cómo el fast fashion puede volverse experiencia.
Cuando el retail se convierte en espectáculo

Zara entendió que el punto de venta no debía limitarse a exhibir producto, sino a extender la narrativa de marca.
Y lo hizo a través de una estrategia multicanal que transformó sus espacios físicos en escenarios de una historia.
1. Pop-ups inmersivas: el universo Disney hecho realidad
Londres, Tokio y Shanghái fueron las ciudades elegidas para los pop-ups de Harry Lambert for Zara x Disney.
En el mítico “Corner Shop” de Selfridges (Londres), Zara recreó un set televisivo con Mickey inflable, podios de colores y vitrinas que parecían parte de un concurso retro.
En Tokio y Shanghái, los espacios efímeros incluyeron decoración vintage, merchandising exclusivo y dinámicas sorpresa.
El objetivo era claro: hacer que el cliente entrara literalmente en la historia.
Y lo lograron. Cada visitante vivió un momento de conexión emocional con la marca.
2. Visual merchandising global: una historia contada en vitrinas
Zara amplió la experiencia a sus 19 tiendas insignia alrededor del mundo.
Desde París hasta Nueva York, los escaparates presentaron maniquíes con orejas de Mickey, confeti, tipografías retro y guiños al universo de Minnie.
Dentro de las tiendas, zonas tematizadas recreaban la atmósfera del show, con luces, color y humor visual.
Más que decorar, el visual merchandising construyó una narrativa experiencial que acompañaba al cliente desde la fachada hasta el probador.
3. Activaciones sorpresa y cultura de coleccionismo
El día del lanzamiento, Zara apostó por acciones inesperadas: bolsas ilustradas para los primeros compradores, cabinas fotográficas, trivias Disney y proyecciones de la campaña.
Todo esto no solo generó conversación en redes, sino que movió tráfico físico a las tiendas, recordándonos que el retail puede ser punto de encuentro, no solo de compra.
Incluso las etiquetas de las prendas tenían frases coleccionables, un detalle que reforzó la idea de que cada pieza era única.
4. Ecommerce y redes: storytelling sincronizado
El micrositio de la colección dentro de zara.com incluía lookbook interactivo, catálogo completo y un “store locator” para localizar los puntos físicos.
En redes, los reels seguían la estética de un programa de concurso, con Harry Lambert como anfitrión y modelos convertidos en “concursantes”.
Esta integración perfecta entre digital y físico hizo que la experiencia fuera coherente, omnicanal y aspiracional.
5. Posicionamiento aspiracional: lujo emocional, acceso masivo
Al asociarse con Selfridges y diseñar vitrinas de alto impacto, Zara logró un posicionamiento que trascendió su categoría:
sin dejar de ser masiva, se movió hacia un territorio emocional y aspiracional, propio del lujo contemporáneo.
Comprar una prenda de esta colección no era solo adquirir moda: era llevarse un pedacito de cultura pop reinterpretada por la moda.
Lecciones de retail: cuando la experiencia es la verdadera ventaja
La alianza Harry Lambert for Zara x Disney demuestra que el retail físico sigue teniendo un poder que el e-commerce no puede replicar: emocionar.

No se trató solo de vender ropa, sino de crear un universo que apelara a la memoria colectiva, al juego y a la alegría.
Una fórmula donde el punto de venta deja de ser un lugar y se convierte en un escenario donde la moda cobra vida.
Y en tiempos en los que todo parece digital, ese tipo de experiencias son literalmente oro.
Cuando una marca logra que el cliente se detenga, sonría y se sienta parte de algo más grande que una compra, ahí está el verdadero éxito.
Zara lo entendió y lo ejecutó con maestría.
Lina González
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